Ésta es una pregunta que en diferentes contextos me han hecho algunas personas conocedoras de mi trabajo con empresas en el ámbito de la motivación y bienestar de sus empleados. La pregunta no dejaría de ser una inquietud como otras que todos podemos tener en algún momento si no fuese por el número creciente de personas que se la están haciendo en la actualidad.
Es indudable que la severa crisis económica que hemos vivido en España desde 2008 ha hecho mella no sólo en la cuenta de resultados de muchas empresas sino también en el ánimo de muchos de sus empleados que han visto cómo algunos compañeros se quedaban sin trabajo, la carga laboral aumentaba, las restricciones se hacían más intensas y la alegría que se vivía en los años previos a la crisis se iba por el desagüe dejando huellas visibles. En este contexto, es normal que la motivación haya sufrido y que esto tenga un coste tanto para empresas como para las personas pues la felicidad, ese bien primigenio que todos deseamos, tiene como uno de sus componentes la satisfacción laboral.
Sin embargo, cuando hablamos de motivación no todo son las circunstancias externas, la responsabilidad individual también cuenta… y mucho. Ya es muy conocido eso de que la actitud es lo más importante y que no importa tanto lo que pase como nuestra reacción a ello. Bueno, bien, no seré yo quien niegue la validez de esta afirmación pues soy un firme defensor de la positividad y del optimismo como filosofía de vida -entendiendo éstas, claro está, como positividad y optimismo realistas, no como una concepción naive de la vida en la que todo está bien porque las cosas no son así- pero entiendo perfectamente a aquellas personas que dicen que como idea la positividad está muy bien pero que es difícil de mantener si no la tienes “instalada de fábrica”.
Estoy de acuerdo con estas personas. Si bien creo que la actitud es algo que está bajo nuestro control y voluntad, también creo que no es sencillo. El planteamiento simplista de: “hay que ser positivos” es bueno como mensaje pero los humanos somos seres psicológicamente muy complejos y hay muchos elementos en juego que dan lugar a nuestras actitudes y estados emocionales y sobre los que no tenemos tanto control. Sin embargo, hay algo sobre lo que sí tenemos un control más sencillo: nuestras acciones.
Volviendo al tema de la motivación en el trabajo, una actitud positiva ayuda mucho pero ayuda mucho más una actitud proactiva que utiliza esa proactividad para dotar al trabajo de aquellos elementos que generan motivación de manera natural. Estoy hablando de elementos como:
- Buscar divertirte cada día
- Dotar a tu trabajo de un propósito elevado
- Orientarte a retos
- Aprender, desarrollarte y crecer en algo todos los días
- Dotarte de ilusiones, de futuros hacia los que avanzar
Estas cinco cosas están en la mano de cada persona y puede activarlas a voluntad cada día en su trabajo, generando con ello motivación, disfrute y satisfacción.
Ante la pregunta: No me siento motivado en mi trabajo ¿qué hago? Mi respuesta es la siguiente: pasa a la acción en estos cinco puntos, cuantos más mejor, y verás cómo en muy poco tiempo tu experiencia laboral cambiará para bien y la motivación aparecerá de manera natural como un subproducto de tu manera de trabajar.
Comentarios
2 Comments
Rodrigo Mellado
EXCELENTE!!!!!!!!
Juan Manuel Martín Menéndez
Autor
Muchas gracias Rodrigo.
Un abrazo.
JM