La nueva economía de la innovación (1)

Si miramos a la evolución que ha tenido la economía a lo largo de la historia vemos que ha sido precisamente la innovación la que ha ido cambiando su forma.

Cuando el ser humano “inventó” las técnicas para cultivar plantas y domesticar animales dio comienzo una economía que estaba basada en esos productos. En esta economía agraria el valor y la riqueza era derivado de los productos de la tierra.

Miles de años después, el invento de la máquina de vapor y otras máquinas basadas en esta tecnología dieron lugar a la economía industrial en la que la fuente principal de creación de valor y riqueza pasó a estar en las fábricas y los productos que salían de éstas.

Recientemente, a mediados del siglo pasado, inventamos la tecnología de la computación que produjo otro cambio en la economía en el que aparece una nueva fuente principal de generación de valor y de riqueza: la información y el manejo de ésta.

Cada vez que aparece una nueva fuente de creación de valor y riqueza se produce un cambio de era económica.

Siguiendo la dinámica de la evolución, hoy en día estamos en una nueva era económica que ha dado en llamarse la Economía de la Innovación. Esta nueva economía se caracteriza por una nueva fuente de creación de valor y riqueza: lo nuevo.

En una economía globalizada, de gran eficiencia industrial y caracterizada por la sobre abundancia en los países desarrollados, la innovación se convierte en la manera de generar nuevo valor y, en consecuencia, riqueza.

Es por ello esta eclosión de innovación que estamos experimentando.

Indudablemente que la revolución tecnológica y digital en la que estamos inmersos contribuyen de manera importante a esta nueva dinámica económica ya que los nuevos desarrollos tecnológicos abren nuevas posibilidades y catalizan la creación de todo tipo de nuevos productos, servicios y propuestas de valor.

Pero la razón principal detrás de esta nueva era económica es que las empresas han encontrado en la innovación la palanca para competir y para desarrollar sus negocios y se han lanzado a una carrera desenfrenada para crear lo nuevo que se retroalimenta a sí misma.

Si bien a lo largo de la historia los seres humanos hemos estado innovando, es decir, inventando y creando lo nuevo, desde casi nuestra aparición con el afán de mejorar nuestras condiciones de vida, ahora nos hemos lanzado en masa a crear lo nuevo dentro de una carrera competitiva en la que quedarse atrás significa la extinción.

Esta dinámica la vemos en la importancia que ha adquirido la innovación en la estrategia de las grandes empresas, en la eclosión de startups (compañías de base tecnológica e innovadora), y en el ritmo creciente al que llegan al mercado nuevos productos y propuestas.

Innovar se ha convertido en el mantra de nuestro tiempo. Todo el mundo habla de innovación, de I+D+i, de crear más valor, de disrumpir los sectores, de open innovation, de labs de innovación, de ecosistemas de innovación…

Hay una verdadera carrera por innovar y por ofrecer al mercado lo nuevo. Y el mercado celebra lo nuevo.

Éste es el escenario en el que las empresas tienen que hacer negocios y no lo pueden obviar porque en una economía de mercado todo se basa en la competencia y en quién ofrece más valor, y aquí la innovación es una herramienta extraordinaria para ello.

En la Economía de la Innovación, ésta ha de formar parte de la estrategia de la empresa. Incluso podríamos decir que en esta economía la innovación es la estrategia.

La innovación ha de ser vista no sólo como la creación de nuevos productos y servicios que ofrecer a nuestros clientes o que nos permitan ampliar nuestro negocio a nuevos espacios de mercado, sino también como una manera de mejorar nuestro negocio actual, nuestros productos y servicios actuales, nuestra operativa y organización para hacerla más eficiente y productiva, nuestro marketing para hacerlo más eficaz, etc.

Y también, hemos de ver la innovación como adaptación al cambio, es decir, como los cambios que hemos de realizar en nuestro negocio para adaptarnos a nuevas condiciones del mercado.

Por ejemplo, dentro de la transformación digital en la que estamos inmersos, obviar el uso de esta tecnología en nuestro negocio nos puede poner en una situación competitiva difícil en relación con nuestros competidores dado que los consumidores son cada vez más digitales. La introducción de esta tecnología en algún aspecto de nuestra operativa de negocio es una innovación pues es un cambio en relación con la operativa anterior.

Es importante ver la innovación en estas tres vertientes pues nos da una idea de la dimensión de importancia y por tanto de la necesidad de que sea parte de la estrategia de todo tipo de empresa.

Las empresas más grandes ya están ahí. Sin embargo, una observación de las medianas y pequeñas muestra que hay todavía bastante camino por recorrer. Y esto es realmente importante puesto que son estas empresas las que constituyen el grueso de la economía y del empleo.

En la Economía de la Innovación en la que hay muchos emprendedores creando mejoras y nuevas propuestas de valor en todos los sectores, y también empresas ya establecidas que se están lanzando a innovar y crear lo nuevo, no entrar en esta dinámica tiene un alto coste.

Esta economía nos puede gustar más o menos, incluso podemos hasta estar en oposición a ello desde un punto de vista filosófico, pero es la economía en la que tenemos que operar como empresas o empresarios si queremos estar en el juego.

Una buena estrategia de innovación contempla por lo tanto estos tres ámbitos y también diferentes espacios temporales. Esto último es importante porque si queremos tener un negocio en el futuro tenemos que empezar a trabajar en ello hoy.

El gran reto al que se enfrentan directivos y empresarios en esta nueva realidad de cambio acelerado es gestionar el negocio de hoy para extraer de él el máximo valor y al mismo tiempo trabajar en el futuro y en el negocio que tendrá la empresa en el futuro, digamos dentro de cinco o diez años.

Con el ritmo de cambio actual, es posible afirmar que todos los negocios tendrán que realizar cambios muy importantes en sus modelos de negocio, cuando no transiciones hacia otros negocios y modelos de negocio en el plazo de diez años.

Hemos entrado en unos tiempos en los que la palabra estabilidad ha quedado en el pasado y ha sido sustituida por la palabra cambio.

 

(Extracto del libro Volver a crecer)