La cultura de la innovación como necesidad estratégica

La palabra innovación se ha convertido últimamente en el término más utilizado cuando de lo que se habla es de estrategia y de futuro dentro del ámbito de la empresa y los negocios. Esto no es extraño ya que en un mundo caracterizado por el cambio acelerado y constante, así como por la sobre abundancia y la feroz competencia, innovar parce que es la única vía para la supervivencia de un negocio.

 

Pero una cosa es hablar de innovación en términos genéricos y otra muy distinta innovar. Aquí es donde llega el momento de aterrizar los grandes conceptos y confrontar la realidad. Y la realidad es que innovar en un negocio supone todo un reto, especialmente para compañías en las que la innovación no ha estado en su ADN y no forma parte de su cultura. El primer reto que tienen estas compañías es precisamente éste: desarrollar una cultura de la innovación.

 

Indudablemente que un nuevo producto o servicio puede ser creado en un departamento de I+D, de hecho así se ha hecho hasta ahora, pero los tiempos han cambiado y ahora la realidad del entorno competitivo se caracteriza por la rapidez de cambio, la incertidumbre y la complejidad. En este contexto ya no es viable ver la innovación como la responsabilidad de un departamento; si así lo hacemos, pronto nos encontraremos siendo superados por otras empresas más ágiles, rápidas y atentas al mercado. Ahora la innovación necesita ser vista no como una actividad que se realiza sino como una cultura que se tiene. Esta cultura será la que de lugar a las nuevas formas de hacer, los nuevos productos, las nuevas soluciones para los clientes y, en definitiva, al éxito de mercado que es lo que toda empresa necesita para poder continuar en su actividad. Hoy en día, si no se innova, si no se cambia, si no se está muy vivo surfeando la ola, no se sobrevive.

 

Podemos decir que esto, de alguna manera, siempre ha sido así y es verdad: las empresas siempre se han caracterizado por adaptarse a las condiciones del mercado. La diferencia con el pasado radica en la velocidad del cambio que hoy en día es muchísimo más alta que en el pasado. Venimos de la era lineal y hemos entrado en la era exponencial en la que en cortos períodos de tiempo se producen cambios muy profundos que están siendo catalizados fundamentalmente por la tecnología pero también por esa carrera sin tregua a la que se han lanzado miles y miles de compañías para innovar y crear lo nuevo. Es por ello que sostengo la tesis de que ahora el modelo antiguo ya no sirve y que es necesario introducir la innovación en el ADN, en el sistema operativo de la empresa, en definitiva, en la cultura de la empresa para que todos los miembros de la organización tengan una mentalidad (en inglés utilizan el termino mindset) que facilite y contribuya a la evolución permanente.

 

¿Es fácil o difícil crear esta cultura de la innovación? Pues ni fácil ni difícil, es lisa y llanamente un reto más como otros retos a los que las empresas, más que nadie, están acostumbradas a enfrentarse. Para ello hay diferentes abordajes que se pueden seguir pero uno de los más potentes es el que está utilizando el banco BBVA para ello. A través de su programa Design Ambassadors, BBVA está creando una nueva cultura adaptada a los nuevos tiempos y que, sin duda, le proporcionará una gran ventaja competitiva difícilmente replicable por aquellos bancos que aborden la innovación de una manera más aislada del conjunto de su organización. En palabras de Mary Wharmby, responsable del equipo de Design Transformation:

“Queremos enseñar a los 132.000 empleados de BBVA a poner al cliente en el centro de todo lo que hacen; a aumentar la colaboración para romper silos dentro de la organización; y a abordar la resolución de problemas con herramientas creativas”. Y todo ello lo están haciendo a través del Design Thinking.»

Esta es la vía que ha decidido seguir BBVA y que, en mi opinión, es una de las mejores -no en vano es la utilizada por compañías como Apple, Amazon o Inditex- pero no es la única. Lo importante realmente es tomar conciencia de la importancia estratégica que tiene una cultura de la innovación y luego buscar la manera de desarrollarla dentro de la organización. El esfuerzo bien merecerá la pena.