Puede parecer una falta de ortografía pero cuando me hablaron por primera vez de la palabra Gefes contrastándola con Jefes me entusiasmó la idea. Ya de por sí la palabra jefe suena algo anticuada, a aquellos años del ordeno y mando donde los empleados se consideraban eso, empleados. Pero los tiempos cambian, y en este caso para bien. La realidad actual es muy diferente, hemos crecido y evolucionado como sociedad y ahora el trabajador es ante todo un profesional y como tal ha de ser tratado y dirigido. Por eso el concepto de jefe ha ido paulatinamente dando paso al de líder.
Si bien las personas todavía seguimos utilizando la expresión “mi jefe o mi jefa”, las empresas ya no la usan, habiendo incorporado el término anglosajón de manager o el más general de líder. De hecho, probablemente sea el liderazgo a lo que las empresas han dedicado la mayor partida de sus presupuestos de formación. ¿Por qué? Pues porque el retorno de la inversión es muy alto; o dicho en otros términos: porque el coste de la no inversión es también muy alto. En un escenario económico en el que el éxito y la competitividad de la empresa está en las personas que la forman y en su talento, la dirección de personas, o mejor dicho, de profesionales, es absolutamente estratégica para el éxito presente y futuro.
Y llegados a este punto nos encontramos con el concepto de Gefes –Gestores de Felicidad- asociado a esa palabra que simboliza la mayor aspiración del deseo humano: ser felices. Ya lo dijo el gran filósofo de la antigüedad Aristóteles: “la felicidad es el objetivo último que perseguimos en todos los actos de nuestra vida”. Esto nos habla de un valor humano pero ¿qué tiene que ver esto con la empresa y más en concreto con el liderazgo? Pongámoslo en el lenguaje de los negocios – los datos:
- Según múltiples estudios, sentirnos felices aumenta hasta en un 33 % nuestra productividad.
- Los empleados felices están el doble de comprometidos con su trabajo y con su empresa.
- Cuando nos sentimos felices aumenta un 40 por ciento nuestro potencial y un 30 por ciento nuestro cumplimiento de objetivos.
- Los empleados felices están de baja por enfermedad una décima parte que los no felices y tienen seis veces más energía que estos.
- Las empresas con altos niveles de bienestar y felicidad de sus empleados presentan unos niveles más altos de fidelidad de sus clientes.
A la vista de estos datos la realidad aparece clara ante nuestros ojos: la felicidad de los empleados de una empresa es un elemento estratégico para su éxito hasta el punto de que nos encontramos empresas en las que éste es un factor a evaluar a la hora de seleccionar profesionales para incorporar a su organización. Los datos son tan apabullantes que es imposible no prestarles atención.
Visto esto podríamos hacernos la pregunta ¿qué puede hacer la empresa para mejorar los niveles de felicidad en su organización? Y la respuesta no es única ya que la felicidad en el trabajo está influida por múltiples factores que van desde lo más organizacional como pueden ser las políticas de recursos humanos relacionadas con la carrera profesional o la remuneración hasta lo más personal como las posibilidades de conciliación o los recursos para el bienestar. Sin embargo, hay un factor que se muestra clave: el efecto que los líderes, o por decirlo en términos antiguos, el jefe o la jefa, tiene en la felicidad de aquellas personas que forman parte del equipo que lidera. Y aquí volvemos a conectar de nuevo con el concepto Gefes.
Si la felicidad del empleado tiene tanto impacto en el éxito y resultados que consigue la empresa, el liderazgo, cuya función principal es la gestión de personas, ha de incluirla también en su gestión, de ahí el concepto de Gestores de Felicidad.
Desde hace unos años en los programas formativos para líderes se empezó a incluir una parte relativa a la motivación y a lo que el líder podía hacer para conseguir que los miembros de su equipo estuviesen motivados, pero la felicidad va más allá de la motivación y se adentra en otros ámbitos como el bienestar de las personas, la positividad, la atmósfera relacional, el uso del potencial aplicado a retos o la ilusión y el entusiasmo. Todas ellas son facetas de la felicidad en el trabajo y el líder puede actuar y tomar iniciativas que las potencien, consiguiendo con ello incidir muy positivamente en la felicidad profesional de sus colaboradores.
La era de los jefes ya ha pasado, afortunadamente, y ahora, en los nuevos tiempos de la economía de la innovación, de la revolución tecnológica y del cambio permanente, los buenos líderes y Gefes toman su relevo para llevar las compañías por el camino del éxito.
Esperemos que esta nueva palabra vaya entrando cada vez con más fuerza en la empresa porque va en beneficio de todos: de la empresa, de las personas que en ella trabajan y de la sociedad.
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