El futuro que viene (1)

Una de las mejores maneras de hacer proyecciones de futuro es mirar las tendencias puesto que la realidad se mueve subida sobre éstas. Y aquí tenemos en primer lugar las macro tendencias, es decir, aquellas que definen las líneas principales por las que discurrirá el futuro. Pero también podemos mirar al pasado y a lo que ha ocurrido en éste porque un estudio de la historia nos muestra que, especialmente en el ámbito económico, determinados acontecimientos se producen una y otra vez, ciertamente vestidos con diferentes ropajes, pero con las mismas dinámicas de fondo, y observar esos acontecimientos y cómo evolucionaron en el tiempo nos proporciona una valiosa inteligencia para poder tomar decisiones.

Si empezamos por el ámbito de las tendencias, podemos observar la que podríamos calificar de principal megatendencia económica de nuestro tiempo: el comienzo de la cuarta revolución industrial

Nos encontramos en estos momentos en un punto de cambio sistémico que va a suponer una verdadera revolución en términos económicos y sociales, y este cambio viene definido por la evolución tecnológica. El ritmo y alcance de los avances científicos y tecnológicos es sencillamente impresionante y recuerda a lo que no hace tanto calificábamos como ciencia ficción. Es por ello que se dice que estamos entrando en la era tecnológica.

Aunque la evolución de la tecnología es parte de la historia del hombre, en el pasado el cambio se ha producido con gran lentitud. Sin embargo, hoy en día la velocidad a la que se suceden los avances es muy alta y además está en aceleración. Por otra parte, se está produciendo una confluencia de avances en distintos campos como el digital, la biotecnología y los materiales, lo cual amplifica la velocidad y amplitud del cambio. Estamos ya de lleno en la era tecnológica y comenzando la cuarta revolución industrial.

En otro orden de cosas, múltiples estudiosos y analistas de la economía y de la historia están hablando de que nada volverá a ser igual después de esta crisis económica que la pandemia del Covid-19 ha precipitado. Nos dicen que esta crisis es muy similar a otras que se han producido a lo largo de la historia, en especial, la que comenzó a raíz del crack bursátil del año 1929 en Estados Unidos, y que veremos grandes cambios en la estructura de la economía mundial, incluso en el sistema monetario -la crisis del año 29 llevó al abandono del patrón oro como referencia para la emisión del dinero y al establecimiento del dólar como moneda de referencia y reserva internacional-. Aparecerán nuevas instituciones, nuevas dinámicas de la economía mundial -por ejemplo, una revisión de la globalización de la producción que hemos tenido hasta ahora-, nuevas empresas y negocios, e innovación adaptativa a la nueva realidad.

Lo que parece claro, es que la década de los años treinta del siglo XXI va a ser una década de grandes cambios y esto va a generar problemas, va a enfrentarnos a retos, pero también va a abrir oportunidades enormes para aquellas empresas y empresarios que aborden el nuevo escenario con espíritu positivo, abierto, con ganas de experimentar y de crear lo nuevo. Tenemos por delante lo que todo apunta será una década de sentar bases y cimientos para la realidad que viviremos en los próximos cincuenta años, una década de una enorme intensidad de cambio, de innovación y de creación.

Aquellos empresarios que abracen la tendencia, que se suban a ella y aprovechen las oportunidades, prosperarán y les irá muy bien. Aquellos que se queden anclados en el pasado, en tratar de hacer funcionar lo que ya no funciona, o que se queden emocionalmente apegados al ayer, perecerán, y con gran rapidez porque vivimos en tiempos de alta velocidad.

Es la ley de la evolución y de la selección natural, una ley base de la vida biológica en este planeta que aplica a todas las especies y que, en el caso de los seres humanos, también la encontramos en el plano de la economía.

(Extracto del libro Volver a Crecer)